domingo, 17 de octubre de 2010

El orden de las cosas

teoria del caos El señor Griñan presidente de la Junta de Andalucía, pretende llamar a los parados andaluces, es decir a la gente que no encuentra trabajo a pesar de buscarlo, oferentes de empleo, del mismo modo que al cuartel de la policía sanitaria en Catalunya se le llama Institut d’Evaluacions Mediques, este método de cambiar el nombre a las cosas para mitigar sus efectos dañinos es añejo, también los nazis lo empleaban en los eslóganes de los campos de exterminio.  El método es sencillo y se basa en la mentira semántica, en tapar los ojos al reo para que no adivine el momento final y crearle una falsa expectativa.

Es la mentira educada, la falta de respeto amable, el ladrón de guante blanco.  Prefiero mil veces un puñetazo directo, que la falta de respeto y la agresión continuada de un gestor con corbata y muy buenos modales.  Con muy buenos modales te clava la daga hasta el fondo, y a traición.  También es cierto que esos buenos modales, también son falsos, decorado que cae fácilmente cuando se alude a su clase, a su falta de clase humana, a su vístase el mono de seda que mono se queda, aparece el ser que verdaderamente es: una bestia parda.

El orden de las cosas lo podemos cambiar de sitio y de lugar, vestirlo, maquillarlo, pero no se puede transformar.  El orden de las cosas es el que es, del mismo modo que las personas están definidas desde muy temprana edad y no cambian en lo sustancial.  El carácter es muy terco.  Hace ya algunos años, un nutrido grupo de viejos alumnos nos juntamos después de más de 30 años, las fisonomías aún manteniendo las pintas, habían cambiado, pero los dejes del carácter y la personalidad permanecían inamovibles.

Del mismo modo el orden de las cosas en el ámbito político deberían de tratarse con especial cuidado, sobre todo por el efecto global que un desorden de esta índole produce, por acción u omisión en la paz social, el orden político no debe dejarse en manos de mentes diabólicas o en aquellas que han demostrado cierta ligereza en las estrategias por mantenerse en el poder.  En el orden político no todo vale, no se puede ser catalanista, entendiendo catalanista aquel que defiende las costumbres y la cultura catalana, y pasar por cuestiones meramente pasajeras a ser nacionalista y si es necesario independentista, perder años preciosos en un estatuto pactado en desorden político, pactos sospechosos y silencios de gran estruendo, hasta convertirlo en algo tan pesado y ruinoso, que no seré yo, sino los años los que determinaran su falta de uso y la carestía social que ha supuesto para todos los catalanes y para Cataluña. Se nos vendió como la panacea, la piedra filosofal que todo lo iba a solucionar, incluido el paro, majaderías, los problemas se solucionan con políticos eficientes al frente de una ciudadanía trabajadora y esforzada.  Hasta ahora, la clase política y toda su caterva de asesores y técnicos han estado en el lado contrario, ajenos, preocupados de lo suyo.  Creando desorden.

El primer objetivo del poder debe ser la paz social, el principio del orden, sin paz social y convivencia no se dan los factores que atraen al trabajo y por ende al bienestar, los gobernantes que utilizan el fuego para atizar sus intereses electorales deben ser apartados de nuestras preferencias, no son útiles, y además producen desorden.

Llamemos a las cosas por su nombre y pongamos orden en nuestras cosas, que no nos engañen llamando cordero al lobo y cambiando el orden de las cosas.

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