martes, 21 de febrero de 2012

Lo pequeño sigue siendo hermoso

sonrisaMe paro un momento, giro la cabeza, miro de frente y veo parte de mi niñez, veo cosas pequeñas ocupando todo el espacio de un tiempo feliz, cosas insignificantes de escaso valor, no se percibía la necesidad de más, realmente hace falta muy poco para llenar una vida, la felicidad tiene los brazos muy cortos y es incapaz de abarcar y sostener todo lo que el mundo ofrece.  Es inútil sostener lo superfluo y suntuoso, ese esfuerzo por tener y retener absolutamente todo, de avivar y saciar permanentemente el deseo, por acumular, nos agota, y nos vuelve rancios, nos confunde y aturde el sentido de la verdad, de la vida bien vivida.  Cuando las horas y los días son una permanente carrera para no llegar a ningún sitio, cuando los espacios se reducen a las cuatro paredes del trabajo y a las del salón donde ubicamos el sofá, cuando las líneas son totalmente rectas, se hace necesario mirar a otro lado y buscar espacios nuevos, imaginar o inventar oasis de libertad donde saborear el tiempo, oír el silencio, oler el aire, dejarse acariciar por el sol y dejar caer todo lo que nos sobra, vivir por un momento con la ligereza de nuestro cuerpo y nuestro pensamiento.  Un pequeño momento, lo justo, antes de volver a ocupar nuestro sitio en la caravana de vuelta a la vida.

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